Julio Marante Díaz

Una costumbre muy palmera es la de resucitar a los muertos. ¡Ay, si fulanito o menganito levantaran la cabeza?! Esta Palma agónica, en permanente lucha consigo misma, que se nos hunde ensimismada en el recorrido vital de su pasado o, lo que es lo mismo, viviendo de unos tópicos históricos, no la vemos capaz de atisbar un proyecto de futuro ilusionante, para ganarle el pulso a la crisis. Tal vez por eso, los palmeros "no políticos", sin intereses electorales de por medio, sin visiones sectarias excluyentes y no sintiéndonos víctimas de partidismos sin horizontes, vaciamos nuestras opiniones sin importarnos su caída en saco roto. Lo hacemos en el parlamento de nuestras tertulias cotidiana, en las conversaciones, aparentemente intrascendentes, en torno a unas tapas y unas copas de vino, soñando con los ojos abiertos con una ciudad y una isla ideales, con unos políticos más profundos, más sólidos en sus raíces, más expresivos e imbuidos de la voluntad y el carácter que dan los pueblos cultos. Días atrás, nos animó una distendida charla sobre la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Santa Cruz de La Palma y su apuesta por revitalizar la idea del Ayuntamiento de impulsar la declaración de las Fiestas Lustrales de la Bajada de la Virgen de Las Nieves como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. El reto es importante, pero no quiero que "el empujón" ni la Sociedad que "lo propina", pasen desapercibidos. Es más, creo que la ciudadanía, representada por esta entidad centenaria, coopera así con la Administración municipal en este proceso, donde es necesaria la connivencia de todos los agentes sociales, para poner en valor el patrimonio cultural que encierran estas fiestas.

Cuando las actuales estructuras políticas son de una delgadez y fragilidad preocupantes, resulta prometedor que la Sociedad Económica de Amigos del País reaparezca con la intención de marcar una nueva trayectoria, con la idea de colaborar e, incluso, robustecer la administración pero sin sentirse influenciada por ella, con la sana intención de alimentar a las instituciones con planteamientos e inquietudes, pero sin sentirse engullidos por su "maquinaria", para no ser un soplo de aire fugaz, arrastrado por un sistema atrincherado tras los dogmas de los partidos políticos. Como el movimiento se demuestra andado, la Económica ya está trabaja en la programación de una serie de eventos alrededor de las Fiestas Lustrales para este mismo año. Sabemos que un ciclo de conferencias, exposiciones y conciertos, forma parte del programa previsto por la entidad, en colaboración con el Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma y otras sociedades, como La Investigadora o la Asociación de Los Mascarones. Tiempo habrá de relacionarlos y de crear opinión sobre cada uno de ellos. En estos momentos, lo eminente para este comentarista, era un primer acercamiento a la Sociedad Económica de Amigos del País y su nueva andadura, a la actitud de un grupo de ciudadanos que, formando parte de la propia entraña del pueblo, aspira a su progreso.

El investigador Manuel de Paz Sánchez, en un valioso análisis de la Económica palmera desde su creación, en 1776, y a lo largo del siglo XIX, resalta el papel de los «amigos del país», sus realizaciones, su colaboración con otras entidades preocupadas por el progreso moral y material de la Isla. Se refiere de Paz, a la brillante etapa de la segunda mitad del siglo XIX, considerado en La Palma como "El Siglo de las Luces" (la llegada de la imprenta, las apariciones del periódico El Time y otros ejemplares de la prensa escrita, el colegio de Santa Catalina, la Sociedad "La Cosmológica" con su museo natural y etnográfico, etc). Una centuria auspiciada por personas de reconocido talante liberal, como el párroco de la iglesia del Salvador, Manuel Díaz Hernández, y el arquitecto y presbítero José Joaquín Martín de Justa y el militar liberal y alcalde constitucional Francisco García Pérez, personajes que en 1821 constituyeron la Junta Local de Instrucción Pública. En ella se educaron personajes relevantes de la talla de los hermanos Fernández Ferraz (Valeriano, Víctor y Juan), Faustino Méndez Cabezola, Antonio Rodríguez López, Juan Bautista Lorenzo Rodríguez o el insigne pintor Manuel González Méndez.

El siglo XIX supuso para La Palma una época de progreso cultural y económico. Aquellos hombres románticos, idealistas y luchadores, conocían la ciudad y la Isla, su industria y su comercio, y vivieron muy de cerca los momentos agrícolas, la alegría de las buenas cosechas, la pesadumbre de las malas? Fueron capaces de poner solución a más de una crisis, gracias a un certero diagnóstico del problema y, casi siempre, contando con la acción generosa y común, con el loable y creativo esfuerzo que, sustentado en un sentimiento patriótico, era desplegado por aquellos beneméritos ciudadanos. De ahí, que la Económica fuera, y esperamos que vuelva a serlo, una Sociedad incuestionable por su incidencia en la vida de los palmeros. Una sociedad preocupada, como antaño, por todo lo que tenga que ver con el progreso, la previsión, la educación y el orden.

Fuente: eldiario.es (lapalmaahora) de 21 de junio de 2013.