Historia

Las Sociedades Económicas en Canarias

Bueno, vamos a virar 180º nuestro bote y bajemos las aguas del supuesto río. Tenemos a nuestra vista otra vez el embarcadero de las Económicas, y vamos a fijarnos en los puntos de amarre relacionados con las que nacieron en Canarias. 
Como consecuencia de las recomendaciones de Campomanes, a principios de 1776 las autoridades insulares comenzaron a meditar la creación de unas sociedades capaces de impulsar la agricultura y promover la industria popular. En Las Palmas el obispo fray Juan Bautista Cervera fue el más activo en este sentido, y a primeros de febrero reunió a casi una veintena de los personajes más destacados de la ciudad y acordaron la creación de la sociedad. Lo comunicó el obispo al Comandante general, Marques de Tabalosos, quien lo puso en conocimiento del Consejo de Castilla exactamente un mes después de la reunión, el 4 de marzo. Y dos meses después el Consejo contestaba que “queda enterado de los primeros pasos dados para el establecimiento de la Sociedad Económica de Amigos del País de la Ciudad de Canaria” y aconsejaba que se creasen otras “agregadas con un método uniforme a lo aprobado por Su Majestad para la de Madrid”.
 
El obispo aprovechó una visita pastoral que tenía prevista a las islas occidentales para difundir la iniciativa. Estuvo en Tenerife entre el 17 de febrero y el 23 de julio, pero sin grandes resultados (ni en esta primera estancia ni en la que realizaría a finales de septiembre a su regreso de las islas menores) por sus disensiones con el Cabildo motivadas por la tenaz oposición presentada por Cervera a la propuesta de traslado de la Real Audiencia de Las Palmas a La Laguna efectuada unos años antes. No sucedió así en La Palma, donde, terminando agosto convocó una reunión en las Casas Consistoriales, expuso sus ideas de creación de una “Sociedad de buenos patricios” y consiguió que en 48 horas los 33 concurrentes a la reunión aprobaran sus “constituciones fundamentales”. Lo intentó, otra vez sin suerte, en El Hierro, pero sí alcanzó su objetivo en La Gomera, pese a la oposición cerrada del Señor de la Isla.
Y en resumen, que por nuestras islas nacieron en aquel 1776 tres Sociedades y por lo que respecta a las dos de Tenerife, dentro de unos minutos veremos su fundación.   Su antigüedad, según la fecha de elevación de solicitud de creación al rey, es la siguiente:
 
               - Las Palmas de Gran Canaria, el 4 de febrero de 1776.
               - Santa Cruz de La Palma, el 29 de agosto de 1776.
               - San Sebastián de La Gomera, el 25 de septiembre de 1776.
               - Tenerife (La Laguna), el 15 de febrero de 1777.
               - Santa Cruz de Tenerife, el 2 de junio de 1837.
 
Creía que de ellas sólo seguían activas la de Las Palmas y la lagunera de Tenerife, pero, para cerciorarme envié un correo electrónico a don Manuel Poggio Capote, Cronista Oficial de Santa Cruz de La Palma, quien casi de inmediato me hizo saber que está cobrando, tras una desaparición y una casi defunción, una nueva actividad, que deseo sea duradera y fructífera.

Sociedades Económicas de Amigos del País

Introducción

Si la relación de los proyectos auspiciados por el poder permite reconocer la importante labor del Estado en la modernización de la cultura española, otro ejemplo de intervencionismo en este ámbito nos permite comprender los propósitos oficiales en la divulgación de las Luces. Se trata del caso de las Sociedades Económicas de Amigos del País, una de las instituciones más originales y más representativas del movimiento ilustrado de la España de la segunda mitad del siglo XVIII.
La iniciativa partió también aquí de un grupo de particulares, los caballeritos de Azcoitia, que se reunían para conversar sobre matemáticas, física, geografía e historia, discutir problemas de actualidad y escuchar música. En este tertulia destacaba la personalidad del triunvirato compuesto por Miguel de Altuna, el marqués de Narros y el conde de Peñaflorida, quien ya había puesto por escrito algunas de sus ideas sobre la ciencia moderna en 1758, en un libro significativamente titulado Los aldeanos críticos. En 1764, los animadores del grupo deciden dar un paso más allá y fundan la Sociedad Bascongada de Amigos del País, que recibe al año siguiente el reconocimiento oficial aprobando sus objetivos: el fomento de la agricultura, la industria, el comercio y las ciencias. En esta declaración genérica vemos ya prefigurarse los dos planos en que va a desenvolverse la actividad de la sociedad y la de sus seguidoras: el adelanto de las ciencias, especialmente el de las consideradas útiles, y el fomento de la economía en su área de actuación. Los dos planos estaban íntimamente trabados en cualquier caso, pues la elaboración teórica debía ponerse al servicio de la mejora técnica y de la educación popular y debía repercutir en el progreso de las fuerzas productivas. Los instrumentos esenciales para llevar a cabo la tarea fueron, prácticamente en todos los casos, la redacción de memorias e informes y la creación de escuelas de formación profesional. En este sentido, la Sociedad Bascongada, por una parte, fue un gran centro de recepción de la ciencia europea a través de los viajes al extranjero de sus miembros y de la acogida en su seno de prestigiosos sabios foráneos y, por otra, se embarcó en ambiciosos proyectos educativos, como la adquisición de una granja en San Miguel de Basauri para experiencias agrarias, el intento de fundación de una Escuela de Náutica en San Sebastián, la puesta en funcionamiento de una Escuela gratuita de Dibujo y, sobre todo, la creación del Seminario Patriótico de Vergara.

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